
Un abuelo que se fue. Una habitación oscura como la boca de un lobo. Un clóset con una caja misteriosa. En la caja un mensaje y cinco ramitas de higuera. Un rufián pelirrojo listo para hacer travesuras, tareas perdidas, deseos fallidos e inundaciones, serán apenas algunos de los tropiezos que tendrán dos hermanos que vencen el miedo, y descubren lo que de verdad importa.
Leonie sueña con conocer la tierra de los dragones. Gracias a un importante regalo que le hace su tía Zaza,
Bárbara, que es curiosa y observadora, que sabe de plantas, de animales y de todas las faenas de una casa rural, de pronto se ve desafiada por unos saberes que le resultan ajenos y escurridizos. Debe ir a la escuela para aprender a leer y escribir. Pero por mucho que se esfuerza, no logra entender nada. El apoyo de su madre, las historias de Don Nedil y la comprensión de la directora de la escuela le darán fuerza para superar la frustración y abrirse camino en el mundo de la palabra escrita.
Pupi va a pasar la noche en casa de su amigo Nachete. Una vez que su madre les apaga la luz, en lugar de dormir, los dos se ponen a jugar, de modo que ella les tiene que llamar la atención varias veces. Pero los niños les echan la culpa a los fantasmas, hasta que estos aparecen en su cama de verdad. Los dos niños se asustan mucho y la madre de Nachete les explica que, en ocasiones, si uno miente mucho sobre un tema al final se hace realidad.
Juan quiere tener un hermanito, lo está deseando. Pero ¿qué puede hacer si sus padres no escuchan sus peticiones? Y, de pronto, alguien le habla de una semilla que hay que plantar. Así que el chico le pide a su abuelo, un enamorado de las plantas, que le acompañe a la jardinería para comprar una semilla y, luego, intenta plantarla en la tripa de su madre mientras ella duerme la siesta. Pero, claro, ella se despierta cuando Juan la riega para crezca.